Saturday, November 30, 2013

Vigilia

Tres veces sueño contigo en la largas noches que preceden mi gris despertar.

No juzgues la manera en que me refiero a la opacidad de mis amaneceres, hasta que puedas recibir de mis palabras una pobre descripción de nuestros encuentros oníricos.

Todo empieza en un lugar paradisíaco.

El brillo azulado del mar refleja en tus ojos la intensidad del sol que abraza sin miramientos hasta el ultimo rincón de tu cuerpo. Al ritmo incesante de las olas se cierne sobre la playa la calidez de la brisa que agita tu pelo, haciendo revolotear sensualmente tu vestido, que en su tono blanco inocente quisiera invitar al baile y promulgar libertad. El sonido de una gaita y el repicar de una vieja tambora reciben el atardecer, mientras el que el rojo vivo de las nubes se mezcla con las notas, mientras tus manos dibujan con sus movimientos formas intangibles, mientras la noche toma el control con su magia.

Entonces me llevas mas adentro en el terreno de las emociones que viajan entrelazadas sin restricción, encerrando en su caos a la percepción.

Y resulto en lo mas profundo de una selva virgen y misteriosa, buscando tu sonrisa entre la profundidad de un verde abrumador que parece invadir mis pulmones cuando respiro, siguiendo el sonido tenue de tu voz cuando se cuela entre el devenir de los arboles acorazados de musgo, deseando el fuego de tu esencia para guiarme entre lianas y raizes endurecidas, para mostrarme el camino entre senderos y pasajes oscuros, para encender mi alma, mi mente, mi corazón.

De repente me invade el frio.

A lo largo de una calle de aspecto antiguo, apacible, el viento constante agita la hojarasca, la arrastra a lo largo del asfalto produciendo un sonido familiar que se me antoja lleno de añoranza y tranquilidad. En una comoda banca, la única banca en la extensión de lo visible, estamos sentados, pensando, mirando con ojos cansados hacia el horizonte. Despues de una eternidad de silencio, abrigada por un gaban y unos guantes negros, te dispones a partir de nuevo, pasas tu mano por mi rostro, sin quitarme la mirada, y con un gesto a medio camino entre el desden y el afecto, me das la espalda y te alejas lentamente sin mirar atras.

Todo es lluvia para entonces. Ya no se puede distinguir entre el frio de la tormenta que arrecia a mi alrededor y el vacio que parece llenar tanto mi interior que se desborda en forma de lágrimas y lamentos silenciosos.

Creo firmemente que este ultimo instante antes de despertar es solo un mecanismo de mi mente para facilitarme la labor de abrir los ojos y descubrir, como todos los días, que en la realidad nunca dejará de llover.

Wednesday, October 9, 2013

Libertad

En una mañana pálida como cualquier otra, el familiar sonido que producían las pantuflas de Manuel al arrastrarse pesadamente por el suelo frío de la cocina la alertó, haciéndola apretar con firmeza sus dedos pulgares entre sus manos e hinchar su pecho en una fuerte y sonora inhalación, elementos característicos de los momentos en los que se llenaba de ánimo para enfrentar lo que pudiera ser una ardua tarea.
Permaneció inmóvil con la mirada clavada en la puerta del comedor, por la que eventualmente se asomó el cansado rostro de sus esposo, junto a su larga, ya descolorida, bata verde, sosteniendo en sus manos una taza del mas negro café que soportaban las ulceras que el estrés y el trabajo habían dejado en su historial médico.
Ambos guardaron silencio por lo que fueran casi treinta segundos. Mirándose. Sin mover un solo musculo. Sin el más simple rastro de emoción en sus caras. Llenando el ambiente con la tensión de sus pensamientos. Acechando cada uno en su mente al otro, a la espera del primer movimiento para desatar en un solo instante toda la verdad reprimida en su interior.
- Necesitamos hablar. – Dijo ella en con firmeza y dulzura, porque siempre había algo de ambigüedad en sus palabras.
El no pudo más que dejar escapar una pequeña pero sonora carcajada mientras caminaba hacia la mesa. 
- Siempre son malas noticias cuando la conversación comienza con esa frase. – Dijo él mientras se sentaba con lentitud y posaba su café sobre la mesa de vidrio.

Con el rostro indicando una clara repulsión, Liliana tomó asiento e inclino la cabeza con los ojos cerrados, mientras seguía llenándose de ánimos.
- ¿Ves? A eso es lo que me refiero con tu maldito aire de superioridad en cada cosa que dices. – Dijo ella con seriedad y sarcasmo.
Sin quitarle la mirada de los ojos, Manuel se llevó un sorbo de café a la boca:
- No necesitamos hablar. Tú necesitas decirme algo. Te escucho…
Liliana abrió los ojos y movió su cabeza de lado a lado en desaprobación. Tomo de nuevo ese aire pausado que recarga el ánimo y continuó:
- Creo que tenemos muchos problemas en nuestra relación. Que somos muy diferentes y eso nos ha distanciado cada vez más. Y que de un par de años para acá…
Manuel la interrumpió con una, esta vez larga pero casi inaudible, carcajada; ante la incredulidad de Liliana que optó por esperar a que la irónica risa tuviera su fin.
Antes que ella pudiera siquiera empezar a reprocharle su actitud, Manuel se levanto con prisa de la mesa, caminó hacia la cocina y se estiró por encima del platero para alcanzar un viejo tarro de galletas que reposaba detrás de unos trastes aún más viejos, de esos que han perdido su vida útil pero no su lugar en la cocina.
Volvió con el tarro de galletas bajo su brazo izquierdo, removió lentamente la tapa, y luego de arrojarla despreocupada y ruidosamente hacia la sala, se dispuso a buscar dentro del contenido hasta que asomó con la punta sus dedos un puñado de fotografías, cartas y hasta un par de servilletas, todas de ella y un tercero, cada una mas privada e insultante que la anterior. 
El silencio, esta vez mucho más prolongado y extremadamente más tenso, adornaba la fugacidad de la memoria de Liliana, que la llevaba, uno a uno, a todos esos instantes inmortalizados y materializados en forma de pruebas fehacientes de las verdaderas motivaciones de su planeada charla de la mañana.
Antes que ella pudiera siquiera empezar a dar su punto de vista, Manuel volvió a meter la mano en el tarro, y, dejándolo medio vacío, sacó un montón de papeles de lo que parecía ser una compañía de seguros y un sobre sellado, arrojándolos también encima de la mesa.
Liliana apartó por un momento el sobre con su mano derecha, y en medio de su confusión revisó velozmente la papelería, encontrando su nombre solitario en el apartado de beneficiarios y el de su esposo en la firma.
Había apenas empezado a contar los ceros del valor en los documentos, cuando retumbó por toda la casa el ruido abrumador de un disparo que le erizó toda la espalda, le dejó un fuerte pitido en los oídos y le petrificó los músculos del cuello.
No quería levantar la mirada porque su mente hacía bastante rato había comprendido la escena, y sabía que el cadáver de su esposo yacía en frente, muy probablemente contemplándola con sus ojos vacíos y sin vida. Sin embargo, la sangre que se extendía por el piso y remojaba la alfombra persa falsa que recibieron el día de su matrimonio, corroboró sus pensamientos mientras un grito desgarrador junto a una lágrima herviente se le escaparon mientras se cogía la cabeza con las manos y miraba a Manuel con incredulidad, con desconsuelo, incluso con algo de cariño.
Temblando, se arrodilló y gateó lentamente, sollozante, hacia el cuerpo, se posó en posición fetal entre las piernas de su esposo, extendidas en el suelo, mientras ubicaba la cabeza en su pecho y golpeaba con odio y amor sus brazos inertes, a medias como un reproche por sus actos, a medias con la intención inocente de que reviviera y todo fuera solo una horrible alucinación.
Con los ojos cerrados, en medio del estupor, quedo dormida en esa exacta posición.
Deben haber pasado horas hasta que la rigidez del pecho de Manuel la despertó, y lo primero que pudo apreciar fue el sobre aplastado entre su mano, donde lo único reconocible era la letra de sus esposo indicando que el contenido estaba dirigido a ella. 

Se puso de pié, más tranquila, sin dejar de temblar, y, como pudo, abrió el sobre, ahora ensangrentado, para encontrar una carta escrita a mano:
“Liliana:
No sé cuánto tiempo habrá pasado desde el día de hoy, en el que estoy seguro que estas con alguien más, y el instante en que, muy a mi pesar, hayas abierto este sobre; no sé cuanto más hayas querido seguir adelante con tu vida doble, cuánto tiempo hayas podido aguantar la insoportable ironía y el resentimiento de mis palabras, incapaces de reprochar tus actos, incapaces de poner fin a mi dolor y dar vía libre a tu felicidad.

De lo que estoy totalmente seguro es debes haber jugado tu mano para el escape, que ya debo haberte puesto al día de mis descubrimientos, que debo estar muerto y que debes estar manchada por mi sangre.

Lo único que queda por entregarte, ya que tuviste mi vida hasta el último momento, es la posibilidad tomar tu propia decisión: puedes usar  el dinero del seguro, seguir adelante con tu verdadera vida y satisfacción en compañía de quien te hace realmente feliz, o puedes, como yo, aceptar a cabalidad eso de que solo nuestra muerte nos podía separar.

En todo caso, ya tienes los papeles del seguro, el revólver solo tenía dos balas, y ahora eres totalmente libre de tomar esa decisión, con todo el peso que la libertad lleva consigo.”

Tuesday, August 27, 2013

Ahora que voy a dormir...

Permíteme seguír soñando.

Déjame seguír caminando contigo cada amanecer entre calles infinitas hechas de mis deseos, iluminadas por el brillo intenso de mi risa inocente y nerviosa, marca innegable de la felicidad que me invade cada vez que la vida me premia con tu atención.

Déjame seguír volando contigo cada atardecer entre nubes incesantes hechas de mis esperanzas, adornadas por la luz angelical de tu mirada profunda y armonizada, simbolo intangible de la admiración que me inspira cada vez que el destino te pone en mi camino.

Déjame seguír abrazado a ti cada noche, aferrado a tu cintura, adormilado en el aroma de tu piel, ilusionado en el sonido de voz encantadora, perdido para siempre en el calor de tu alma enredada con la mía en la eternidad que solo quien logra abrazar sus sueños podría conocer.

Permíteme seguír soñando... Que al menos en mis sueños puedo ser total y realmente feliz.

Friday, July 19, 2013

Musa

Me pediste que escribiera algo inspirado en ti.

Con el corazón retumbando con una fuerza que hace mucho no tenía, no pude más que recostarme en la cama a respirar lentamente para evitar que las emociones se me salieran de control, y terminara gritando como un desesperado a los cuatro vientos todas los sentimientos encontrados que tu simple existencia ha creado en mi.
Traté de darle un orden lógico a mis ideas, y, con mucha calma, empecé a repasar uno a uno todos los momentos que había podido compartir contigo…
Recordé, con lujo de detalles, la primera vez que te vi. Recordé haberme puesto en la tarea grabar a fuego en mi memoria el hermoso color de tu pelo, la contagiosa tranquilidad de tu mirada y el brillo infinito de tu sonrisa. Pero me vi en aprietos cuando el sonido de tu voz confirmó con su armonía que había encontrado en la realidad a alguien que solo podía haber habitado mis sueños, y me perdí en tus labios, y usé toda mi fuerza de voluntad para que no notaras que ya hacía rato que me había dedicado a admirarte, y que la conversación que teníamos, por más importante y seria que fuera, era solo una excusa para seguir llenándome la mente de sueños imposibles.
Con el paso del tiempo seguí buscando y descubriendo pequeños 
detalles sobre ti. Algunos te hacían más hermosa, otros más inalcanzable. 
Cuando descubrí que la perfección de las curvas de tu cuerpo solo era equiparable con la fortaleza de tus pensamientos, supe también que ya le habías encontrado dueño a ambas cualidades.
Cuando descubrí que la firme ligereza de tus pasos al compás de la música completaban los míos, supe también que eso era lo más cerca que iba a tener mi cuerpo al tuyo.
Cuando descubrí que te quería en mi vida, supe también que querer algo con todo tu corazón no es suficiente.
Y es precisamente esa dualidad la fuente de la inspiración que domina ahora mis palabras y que aplacó en aquellos momentos mis ánimos: cada vez que encontraba algo sobre ti que me hacía pensar que eras perfecta, se hacía también mas grande el abismo que nos separaba; entre más alto te elevas por encima de todos mis deseos y expectativas, más profundo decaigo por debajo de tu realidad y tus necesidades, y más profunda y marcada mi tristeza por no poder ser siquiera una pequeña parte de los que tu eres para mí. Que triste es el perro que le ladra a la luna, ¿no crees?
Para cuando esa distancia moral y emocional se materializo, y dejamos de vernos, mis ilusiones, que consideraba muertas, habían encontrado refugio en lo más profundo de mi alma, cobijándose con un pequeño retazo ahuecado de esperanza, viviendo modestamente de una dieta a base de rutina, conformismo y auto compasión: habías vuelto al lugar al que pertenecías, protagonizando cada uno de mis sueños por la noche, y actuando en cada una de mis fantasías de día, llenando en todo momento mi pensamiento, y mi concepción de cómo debe lucir mi felicidad, si un día le diera por convertirse en mujer.
Y nos volvimos a encontrar por el camino…
Tu, tan maravillosa y radiante como siempre fuiste. Yo, con el alma igual o más envejecida de cómo la recuerdas.
Pero algo ha cambiado: me decidí a ser más sincero conmigo mismo, con la vida, contigo…
Quieres que escriba algo inspirado en ti…?
Te diré que has sido, eres y siempre serás una fuente inagotable de inspiración. Que vienes a mi mente cada vez que alguien me pregunta por mi corazón, y en mi corazón te quedas cada vez que respondo que alguna vez en mi vida me ilusione estúpidamente con un ángel, y que existir habrá valido la pena si pude habitar al menos por un momento en tus pensamientos.
Te diré que cambiaría los pocos momentos de alegría que he tenido hasta ahora, y los que me falte por vivir, por pasar solo un minuto entre tus brazos, por quedarme solo un segundo en tu mirada, por morir por un instante en tus labios.
Te diré, con un millón de emociones corriéndome por las venas, con el pecho a punto de estallar, que te entregaría mi libertad, mi alma y mi esencia, sin pedir nada a cambio, sin esperar que las cuides, sin esperar que las quieras, porque estoy seguro, más de lo que estado nunca antes, que si hay un lugar en el que deban quedarse sería entre tus manos.
Te diré, simplemente, que si hay algo inspirado en ti, es este mar de sentimientos que me despiertas, esta avalancha de emociones que me causas, este deseo irracional de alcanzar a tocar el cielo con las manos cuando ni siquiera he podido salir de mi abismo, esta esperanza que nació en tu boca y se niega a morir en un lugar diferente.
Quieres que escriba algo inspirado en ti…? Mis sueños, mujer, mis sueños están inspirados en ti.


Saturday, March 9, 2013

Día de la mujer


Nada hiere mas el orgullo de un hombre que preguntarse con sinceridad a si mismo quien es en realidad… Porque la respuesta a esa pregunta, por donde se le mire, siempre converge hacia el mismo punto: la mujer.

Estamos en este mundo, para bien o para mal, tras el sacrificio innegable de una madre abnegada que antepuso nuestra vida a la suya, con la esperanza de ver en nuestra primera sonrisa y oír en nuestro primer llanto la anhelada sensación de felicidad indescriptible, que solo puede ser comparable en su fuerza al dolor que debe sentirse el verla partir de este mundo amándonos tanto o más de lo que lo hizo durante toda su vida.

Aquellos que fuimos bendecidos por la fortaleza del abrazo de una hermana, sabemos que ese amor fraterno que nos hizo aprender juntos a lo largo de los años se encargó de moldear con firmeza en nuestra moralidad los valores del respeto, la lealtad y la responsabilidad: respeto por haber crecido y madurado física y mentalmente con ella, lealtad para esconder los pecados que solo compartimos con esa primera amiga, y la responsabilidad de protegerla hasta el día que se vaya en las manos de un hombre que la merezca.

Quienes hemos disfrutado y sufrido alguna vez de las lides del amor, podemos dar testimonio fiel de haber descubierto el verdadero sentido de todos nuestros esfuerzos para mejorar: solo en los labios de una mujer, solo en la devoción de sus caricias, solo en la suavidad de su piel, solo en conforte que sus palabras y el consuelo de su amor es posible encontrar el sosiego que se requiere al despertar cada día para seguir adelante y, tristemente, solo en su ausencia llegamos a sentir el frio mas paralizante y la angustia mas opresiva que podríamos sentir en nuestras vidas como precio para aprender a valorar su presencia.

Ni que decir entonces de aquellos que han sido premiados con una hija, por que de seguro pueden silenciar el agobio de miles de dificultades al tener de la ternura de su voz infantil despertándolos cada día con un “Te amo, papa”, manteniéndolos en pie de lucha el deseo de poder escuchar de nuevo, al menos una vez más, esa voz, y esas mismas palabras, cuando hayan de enfrentar la muerte: habrá valido la pena vivir si ella está ahí y sus lagrimas te dicen que en verdad fuiste un hombre, un padre y un ejemplo a seguir.

Quien somos en realidad cada uno de los hombres? Solo se puede responder esa pregunta cuando conocemos a las mujeres que nos han hecho lo que somos. Esa es la única verdad.

Feliz día de la mujer.