Thursday, January 8, 2015

Asir

Tengo escrito en el cuerpo cada momento yerto que me ha regalado tu esencia, cada pequeña experiencia que en deseo se ha hecho sublime, y no falta quien te admire, quien se robe en su mirada un pedazo de tu ser, pero debes entender que no se trata de aquello que alcanza la mirada, ni estar a tu lado en la alborada lo que persigo de ti. Se trata más de estar así, unidos por la distancia, haciendo alimento el ansia de cruzarnos en el camino, y sentir  de nuevo vivo el deseo de atraparnos, de sentirnos, de encontrarnos como si fuera siempre la primera ocasión, como si nunca nos hubiese consumido la pasión, como si jamás me hubiese enamorado del aroma de tu pelo, como si jamás hubiese deseado con recelo que mis manos pasaran lentamente por él, y quedarme así enredado en tu piel, atrapado en tu carisma, consumido en la locura misma, pero consiente que no te puedo poseer.

Tengo grabado en la memoria cada increíble momento de gloria que me ha regalado tu sonrisa, y el sonido que con ella me acaricia, el sonido de tu voz que se hace infinito y el vino rojo que siempre acompaña el rito de nuestros encuentros fugaces, de todo aquello que dices y todo aquello que haces, que se ha convertido en huella, en rastro, en pista que su marca sella, sobre mí, sobre todo cuanto hago, pues no importa lo amargo que sea el trago, el destino no puede darme una sorpresa, ya que me llena la energía de tu entereza, de tu firme y estricta sobriedad, de tu falta total de piedad para este que te admira sin miramientos, mirando con añoranza los momentos que tus manos le han dado en el pasado, eso que aprendí de todo lo que me has enseñado, eso que se pasa del recuerdo al sentimiento.

Tengo el todo y al tiempo la nada, tengo un alma feliz y a la vez desesperada por dejar en tu mente una idea inconsistente, ausente, carente de presencia pero siempre presente, que no pueda ser borrada en el paso de las eras, que no puedas olvidar aunque quisieras, que estará siempre presente dando vuelta en tu cabeza, indivisible y en una sola pieza, esperando el momento para volcarse de nuevo al pensamiento, recordándote todo cuanto siento y todo cuanto sentías, cargando en tu memoria noches frías que fueron disipadas por esto que sentimos, por esto que tanto discutimos sin resultado alguno, buscándole nombre al momento inoportuno, a la emoción errante que se siente en el camino, el que tomamos con distintos destinos cada vez que llega la despedida, cada vez que anuncia tu partida el inicio de un nuevo trayecto muerto, un nuevo segmento del desierto que es mi mundo sin tu alegría.