Saturday, March 9, 2013

Día de la mujer


Nada hiere mas el orgullo de un hombre que preguntarse con sinceridad a si mismo quien es en realidad… Porque la respuesta a esa pregunta, por donde se le mire, siempre converge hacia el mismo punto: la mujer.

Estamos en este mundo, para bien o para mal, tras el sacrificio innegable de una madre abnegada que antepuso nuestra vida a la suya, con la esperanza de ver en nuestra primera sonrisa y oír en nuestro primer llanto la anhelada sensación de felicidad indescriptible, que solo puede ser comparable en su fuerza al dolor que debe sentirse el verla partir de este mundo amándonos tanto o más de lo que lo hizo durante toda su vida.

Aquellos que fuimos bendecidos por la fortaleza del abrazo de una hermana, sabemos que ese amor fraterno que nos hizo aprender juntos a lo largo de los años se encargó de moldear con firmeza en nuestra moralidad los valores del respeto, la lealtad y la responsabilidad: respeto por haber crecido y madurado física y mentalmente con ella, lealtad para esconder los pecados que solo compartimos con esa primera amiga, y la responsabilidad de protegerla hasta el día que se vaya en las manos de un hombre que la merezca.

Quienes hemos disfrutado y sufrido alguna vez de las lides del amor, podemos dar testimonio fiel de haber descubierto el verdadero sentido de todos nuestros esfuerzos para mejorar: solo en los labios de una mujer, solo en la devoción de sus caricias, solo en la suavidad de su piel, solo en conforte que sus palabras y el consuelo de su amor es posible encontrar el sosiego que se requiere al despertar cada día para seguir adelante y, tristemente, solo en su ausencia llegamos a sentir el frio mas paralizante y la angustia mas opresiva que podríamos sentir en nuestras vidas como precio para aprender a valorar su presencia.

Ni que decir entonces de aquellos que han sido premiados con una hija, por que de seguro pueden silenciar el agobio de miles de dificultades al tener de la ternura de su voz infantil despertándolos cada día con un “Te amo, papa”, manteniéndolos en pie de lucha el deseo de poder escuchar de nuevo, al menos una vez más, esa voz, y esas mismas palabras, cuando hayan de enfrentar la muerte: habrá valido la pena vivir si ella está ahí y sus lagrimas te dicen que en verdad fuiste un hombre, un padre y un ejemplo a seguir.

Quien somos en realidad cada uno de los hombres? Solo se puede responder esa pregunta cuando conocemos a las mujeres que nos han hecho lo que somos. Esa es la única verdad.

Feliz día de la mujer.